lunes, mayo 28, 2007

¿Qué les queda a los jóvenes?, por Mario Benedetti.


¿Qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de paciencia y asco?
¿sólo grafitti? ¿rock? ¿escepticismo?
también les queda no decir amén
no dejar que les maten el amor
recuperar el habla y la utopía
ser jóvenes sin prisa y con memoria
situarse en una historia que es la suya
no convertirse en viejos prematuros


¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de rutina y ruina?
¿cocaína? ¿cerveza? ¿barras bravas?
les queda respirar / abrir los ojos
descubrir las raíces del horror
inventar paz así sea a ponchazos
entenderse con la naturaleza
y con la lluvia y los relámpagos
y con el sentimiento y con la muerte
esa loca de atar y desatar


¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de consumo y humo?
¿vértigo? ¿asaltos? ¿discotecas?
también les queda discutir con dios
tanto si existe como si no existe
tender manos que ayudan / abrir puertas
entre el corazón propio y el ajeno /
sobre todo les queda hacer futuro
a pesar de los ruines de pasado
y los sabios granujas del presente.

Carta a mi misma, por Ana María Iza.


¿Recuerdas
cuando era el teléfono un pájaro
cantando en el alambre... ?
Nunca creíste
que sólo se trataba de un vil artefacto.
Eras insoportable.
Por eso hasta quisiste un lunes
regalarte.
Tenías la mirada llena de barcos.
Dabas de comer
a los perros del parque
y te sabías de memoria el número
de árboles,
a fuerza de ser viento,
de ser hoja,
de husmear
no sé qué estrella entre las ramas.
Eras
un raro espécimen,
una degeneración futura,
un grifo siempre yéndose,
ya ni sé qué decirte,
eras
algo bastante feo que me gustaba.
Te pregunto,
por preguntarte,
porque sí,
porque llueve
y algún entremetido te ha empujado:
¿Qué harías si te dejara libre,
si de un manotón quitara la montaña ...?
De ley
irías a refugiarte en la ternura,
a estrellarte en el borde de un retrato.
A escabar en el suelo un sucio anillo
del que nacieron rosas,
lombrices,
telarañas.
Tú,
siempre serás tú.
No habrá abracadabra que te cambie.
No habrá
reencarnación que te libre del lodo de los sueños.
No habrá forma
de librarse de ti
ni estrangulándote.
Oye:
no vayas
a suicidarte.
Me es indispensable tu presencia:
triste,
desafiante.
Terminada en punta
-como una hoja-
detrás de la ventana.

domingo, mayo 20, 2007

Contacto externo, por Vicente Huidobro.


Mis ojos de plaza pública
Mis ojos de silencio y desierto
El dulce tumulto interno
La soledad que se despierta
Cuando el perfume se separa de las flores y emprende el viaje

Y el río del alma largo, largo
que no dice más ni tiempo ni espacio

Un día vendrá ha venido ya
La selva forma una sustancia prodigiosa
La luna tose
El mar desciende de su coche
Un jour viendra est déjà venu
Y yo no digo más ni primavera ni invierno
Hay que saltar al corazón del mundo
Hay que construir un poco de infinito para el hombre

miércoles, mayo 16, 2007

Poema de Yalal ad Din Rumi


Dios ocultó el mar y mostró la espuma,
ocultó el viento y mostró la polvareda...
¿Acaso la polvareda podría levantarse por sí misma?...
Y sin embargo, ves la polvareda, pero no el viento.
¿Acaso la espuma podría burbujear sin el oleaje del mar?
Y sin embargo, ves la espuma, pero no el mar.

*Poeta místico sufí (siglo XII)

sábado, mayo 12, 2007

(Probably) All in the mind, por Oasis.




Show me who you are
I'll show you what you love
I'll give you half the world if that's enough


Let me take you down
Let me see you smile
Let me rest my head here for a while


In the end we'll leave it all behind
Because the life I think I'm trying to find
Is probably all in my mind

Aparición urbana, por Oliverio Girondo.

¿Surgió de bajo tierra?
¿Se desprendió del cielo?
Estaba entre los ruidos,
herido,
malherido,
inmóvil,
en silencio,
hincado ante la tarde,
ante lo inevitable,
las venas adheridas
al espanto,
al asfalto,
con sus crenchas caídas,
con sus ojos de santo,
todo, todo desnudo,
casi azul, de tan blanco.
Hablaban de un caballo.
Yo creo que era un ángel.

miércoles, mayo 09, 2007

Gulistán, por Saadi.


Nunca me lamenté de la adversidad;
nunca me sentí abrumado
por los múltiples problemas que me acuciaban...
hasta el día en que me encontré con los pies desnudos
y sin dinero para comprarme unas babuchas.
Entré disgustado en la mezquita de Kufa
para apaciguar el dolor de mi corazón con la oración.
Estando ahí, vi a un hombre que no tenía pies.
Entonces di gracias a Dios
y me resigné a tener que ir descalzo.