Yo me haré millonario una noche
gracias a un truco que me permitirá fijar las imágenes
en un espejo cóncavo. O convexo.
Me parece que el éxito será completo
cuando logre inventar un ataúd de doble fondo
que permita al cadáver asomarse a otro mundo.
Ya me he quemado bastante las pestañas
en esta absurda carrera de caballos
en que los jinetes son arrojados de sus cabalgaduras
y van a caer entre los espectadores.
Justo es, entonces, que trate de crear algo
que me permita vivir holgadamente
o que por lo menos me permita morir.
Estoy seguro de que mis piernas tiemblan,
sueño que se me caen los dientes
y que llego tarde a unos funerales.
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