martes, enero 02, 2007

Vergüenza, por Gabriela Mistral


Si tú me miras, yo me vuelvo hermosa
como la hierba a que bajó el rocío,
y desconocerán mi faz gloriosa
las altas cañas cuando baje al río.

Tengo vergüenza de mi boca triste,
de mi voz rota y mis rodillas rudas.
Ahora que me miraste y que viniste,
me encontré pobre y me palpé desnuda.

Ninguna piedra en el camino hallaste
más desnuda de luz en la alborada
que esta mujer a la que levantaste,
porque oíste su canto, la mirada.

Yo callaré para que no conozcan
mi dicha los que pasan por el llano,
en el fulgor que da a mi frente tosca
y en la tremolación que hay en mi mano...

Es noche y baja a la hierba el rocío;
mírame largo y habla con ternura,
¡que ya mañana al descender al río
la que besaste llevará hermosura!

2 comentarios:

Hipólipo de Siracusa dijo...

He descubierto mucho encanto en la poesía de Gabriela Mistral, gracias por móstrarmela como tú la ves...

Es un poema muy triste, pero más que eso, se siente que detrás de él hay una mujer muy triste. Una mujer triste es más improtante que un poema triste, al menos eso me parece ahora...

Me gustó mucho ese verso en que habla de ella como la piedra del camino más desnuda de luz.

Espero que estés bien... Cuidate mucho amor. Un beso.

Fernando.

Patita dijo...

Gabriela parece sentir profundamente. cada herida, cada silencio es tan profundo como un pozo. Desde allí ella canta sus poemas...

Sus poemas dolorosos son angustiosamente compartidos a veces por muchas personas. Disfruto leer esa intimidad y franqueza con que se expresa, esa sensación de estar tan compartida y a la vez ser tan inmersa en sí...

Su dolor a veces se identifica. Creo que eso es lo que hace grande al poeta: hacer sentir al que lee, que no está solo.

Estoy bien, caminando. Voy en camino ya...
Un abrazo grande!